lunes, 28 de marzo de 2016

Como es el caso






Ya empezamos: el primer sábado del año es martes
y si bien algunos hemos salido a protestar,
la mayoría ha ido a trabajar como si nada
después de castigar a su reloj de cara al destiempo.
Si esto va a ser la tónica habitual de este año,
deberían haberlo avisado por si algunos preferíamos
(como es el caso) quedarnos en el año pasado,
cuando los sábados caían en viernes,
que aunque hubiera que trabajar igual,
al menos los viernes hay otro espíritu, hay alegría.
Los sábados son cada vez más esquivos.
Para hablar con ellos hay que dirigirse a sus secretarias
pero sus secretarias son domingos
y no cogen el teléfono ni están para nadie.

De Pan con pan, próximamente con La Isla de Siltolá

miércoles, 23 de marzo de 2016

domingo, 13 de marzo de 2016

Pesar el humo



Qué horror, érase un hombre al que le engordaba el humo. Fumaba desde los quince años y engordaba a razón de un quilo por cartón, lo que desembocó en una obesidad mórbida difícil de vestir y de mover. Tenía el hombre más ojeras que ojos, pero esto no viene a cuento. Se preparaba los chorizos al infierno como nadie: se los metía en la boca junto con un trago de alcohol de quemar y enseguida estaban listos. Pero que no vomitara ese hombre, porque la última vez que lo hizo provocó un incendio difícil de olvidar. Hace seis años le dieron dos años de vida. Desde entonces no se ha separado de su televisión.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Festival Grito de mujer

El Festival Grito de Mujer, al que Córdoba se unió ya el año pasado, en esta ocasión no es celebración de un día sino de toda una semana. Son muchas las actividades que se van a organizar en el transcurso de esta semana, cuelgo aquí los carteles de los dos días en los que tengo el gusto-placer-honor de intervenir.




jueves, 3 de marzo de 2016

La parte del tiempo



Verás, sería una contradicción afirmar
que he visto al tiempo paseando en bicicleta;
si el tiempo paseara realmente, iría a pie
y no en una bicicleta reforzada
por un sistema de propulsión del siglo XXIV.
Siempre me duele un diente.
Veo mal porque mis lágrimas se suelen evaporar
dejando su mensaje dentro.
Hombre, no lo tengo todo perdido:
uno de mis ovarios se encuentra
al 150% de sus posibilidades
y me molesta la luz, sí,
pero la claridad aún no.
Debo asegurarme de que la tristeza
no se presenta en los sitios por mi nombre
porque entonces el mundo me daría la espalda,
estando acostumbrada a dársela yo.
¿Me contarás otra vez tu historia?
Puedes confiar en mí,
yo ya no espero nada de nadie.