Porque salieron ardiendo trapos y ladridos,
porque el descampado era una voracidad hilarante,
porque la luna parecía el fruto de cualquier árbol,
porque los contenedores cacareaban más,
porque los sofás se inflamaban hacia dentro,
nos encontraron, y aunque no comprendíamos
el perverso placer de buscarnos, nos ofrecimos
a esclarecer la devastación por una sola vez.
.
(Habíamos dejado un rastro demasiado fácil,
dijiste, bordeando los escombros
de Venus Occidental).
De Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea
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