lunes, 26 de septiembre de 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

A salvo de los obstáculos

Si me dejara crecer las cejas
hasta taparme los ojos, el rostro,
me compondría dos trenzas ariscas
por las que bajarían mi niña derecha
y mi niña torcida hasta llegar a mis pies,
las cuales, subidas a la punta de mis zapatos,
me advertirían por dónde tengo que caminar,
ciega, para no topar con ningún ángel muerto,
de esos a los que, creyendo vivos,
les coso piedras a las alas
para que no puedan volar
o no lo hagan conmigo.

De Zaquizamí 

lunes, 12 de septiembre de 2011

Entre alforjas


Soy la alegre cowgirl
y monto al más bravo toro mecánico,
poseída por el espíritu de las batidoras de Braun,
rompiéndome el menisco mas no la sonrisa,
festejando un corpiño de ante con flecos,
agitando el sombrero a la manera cuatrera, 
rompiéndome un brazo mas no la sonrisa,
jaleando a la vida con nombres de res.

Jimmy toca la guitarra a la vez que la armónica,
moviendo los pies en un baile de espuelas,
pidiendo palmas que coreen huesos rotos. 
Me mira de reojo para comprobar si estoy
rompiéndome el cráneo mas no la sonrisa
o rompiéndome los dientes y, horror, la sonrisa,
con un bote de árnica oculto bajo su chaleco
y mil canciones para llevar entre alforjas.

Nada de esto nos importa demasiado,
porque luego Jimmy soldará mis roturas
con su amoroso hierro candente
junto a una hoguera en la noche
al calor de los coyotes y los cactus,
mientras el aire en las dunas barre,
superficialmente, riesgos del entorno
y silba a los lagartos su sonrisa entera.

sábado, 3 de septiembre de 2011

II



Y ya que un incendio implica soledad,
ausencia sinónima de la blancura,
equivaliendo la desolación al limbo de las ratas,
sólo cabe desear que el cielo se contagie
y llueva, llueva mucho, llueva.
Han de brotar camisas y puentes,
y ya que de un incendio se deduce un campo
y la ciudad se encuentra a pocos versos,
que venga el camino y nos llene de pasos
provistos de una ida y una vuelta
y calculemos la orientación del arco iris
para ponerle un mango y abrirlo
bajo las últimas gotas, y plegarlo
bajo el primer amago de la clorofila.