Todo lo que rozaba lo llenaba de pecas y lunares.
Intentaba recordarlo siempre, pero a veces se le olvidaba y cogía el teléfono
para llamar a Tokio, debiendo desistir del intento al contagiarse las teclas,
el auricular, el cable, incluso la voz de la operadora, de un sarpullido
hermoso, sí, pero difícil de manejar por la carnosidad o el tumulto. No podía
arrancar una flor, tocar la flauta, abrazar; aquello que acariciaba se
confundía con la varicela. El día de su
fusilamiento nacieron cien jaguares. Al extender las palmas contra el
muro a cuyos pies debía deteriorarse del todo, la cal se vio invadida por una
flota de galaxias. Las balas no supieron dónde incrustarse, desaparecido el
objetivo detrás de una tupida acumulación de pigmentos, y se invirtieron por el
efecto boomerang; y por herir, ya que habían sido disparadas. Se fue a vivir a
una barca y se pasaba las noches palpando el cielo.
De A Propósito de los cuerpos.
Guauuu..! admiro esa libertad fantástica tuya de utilizar y entrelazar palabras construyendo un mundo mágico, especial.
ResponderEliminarFantástico.
Feliz domingo, feliz semana...
Lo que no puede ser, se puede inventar :)
ResponderEliminarFeliz día y semana también para ti!!
Todo moteado de magia. ¡Precioso!
ResponderEliminarCrear un mundo de fantasía.
ResponderEliminarQué bonito, Elena!!
Besos.
Gracias a las dos. La magia es más mágica cuando se comparte :)
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