Mi cuarto es un vagón. Estoy sentada
de espaldas a donde vamos. Los demás pasajeros me observan, situados frente a
mí. Miro por la ventanilla. Cuando se cruza ante mis ojos una arboleda móvil,
ellos la han intuido, divisado, visto y olvidado. Todo paisaje fugaz se ha
paseado antes por sus miradas. A mí me dejan las sobras de la velocidad: la
retrospectiva. Oh, Jesusitodemividaeresniñocomoyo, estas reflexiones son
propias de una madurez de ultratumba, sálvame de ellas, ¡sálvame de crecer!
Pero... ¿por qué de pronto vamos tan despacio? Nos detenemos al borde de un
precipicio. Hay un letrero en el que se lee: “Bienvenidos al fin del mundo”.
Llegados a este punto, la única posibilidad de continuar el viaje es regresar;
eso hacemos. Ahora soy yo la que va en el sentido de la marcha. Ahora son ellos
los que van de espaldas, y yo hago pompas de saliva, y ellos se marean, y yo me
quito y me pongo la cabeza, y algunos vomitan, y yo boto alegre en el asiento,
y ninguno me soporta. Porque yo les estoy mirando a ellos, y me levanto, y les
saco literalmente la lengua, uno a uno, de dos en dos, tres coma tres, el
cuarto vagón. Despierto.
De Fragmentos de una niña decapitadita
Un mundo de fantasía se ha escapado y tú eres su dueña. Por soñar vamos en dirección contraria, entonces... sigamos soñando.
ResponderEliminarBesos, Elena.
¡ Lo qué ueden los sueños! Vamos, venimos, somos y dejamos de ser en un momento...porque al final todo pasa en un momento nada más, que es ese sueño que nunca es la realidad, sino su espejo.
ResponderEliminarUn abrazo...Guaci.
Soñar es nuestro y ahí nadie puede gobernar sino nosotros. No existen ni límites ni plazos. Dentro del sueño somos dibujos.
ResponderEliminarGracias a las dos, besos grandes a las dos.
Voy a devorar ese libro, acabo de verlo. ¡Genial!
ResponderEliminarMe transmite este fragmento, una escena y una propuesta filosófica. La escena me retumba antigua y transformada en maravillas. La filosofía es un espejo donde vernos, una grabación donde recordarnos, una vuelta del mundo como la anterior, como la siguiente.
ResponderEliminarMe gustaría leer tu libro, pero los clásicos de la literatura me están esperando... Tomo nota en mi cerebro.
Salud
Nuria, tendrás que devorarlo antes de que te devore a ti :)
ResponderEliminarLuis, buenas palabras me dejas. Me alegro de que el texto te haya transmitido tanta imagen y reflexión.
Gracias a los dos, abrazos.
Magnífico relato onírico.
ResponderEliminarBombeas en el tres partes bien enganchadas (como los vagones).
La primera, la reflexiva.
La segunda, la parada obligatoria.
La tercera, el retorno, el despelote.
El cuarto vagón eres tú, sin duda.
Estupendo análisis, Ventana Indiscreta. En mi vagón hay macetas y una bicicleta colgada en un tendedero. Pero no se lo digs a nadie.
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