Me
tengo que poner guantes para recordar cómo tenía el corazón, soy un ruido continuo
de cajones. Éste es el balcón donde termina el día. Esa alienación de naranjas,
su disposición hacia el equilibrio. Yo tenía un gran amor, pero lo perdí (todavía
me quedan palabras para tragarme durante unos ochenta meses). Mejor oler a humo
que a cenizas, que a velas. La puerta que no cierra nunca nadie, la ha cerrado
una anciana. Amarrar mi árbol a una farola para que no se escape mientras hago
ciertas compras; soltarlo en el parque; darme la vuelta despacio. Creerme invisible
y destrozarme la cara.
viernes, 28 de febrero de 2014
martes, 18 de febrero de 2014
Súper poesía
O sea,
esto es una poesía súper chula
sin rimas ni significados ocultos,
¿sabes?,
en la que aparecen, porque sí,
Maneki-neko y Tarta de fresa,
Leticia Sabater y sus mierdas,
en la que oso juntar las palabras
hez-contemplativa-para-nada-hosca,
en la que increpo a Dios
por, en resumidas cuentas,
no haberme creado más divina,
y me esmero en recitarla súper bien
para que me aplaudan mis iguales,
pero soy
única.
domingo, 9 de febrero de 2014
miércoles, 5 de febrero de 2014
Menos cero
Todo lo que viene, se va
y si vuelve, se queda.
No entiendo muy bien
la jerga de los conductores
aunque reconozco perfectamente
la nieve cuando la veo.
Por qué se dirá empezar desde cero
y no empezar desde uno (mismo).
Al menos una vez en la vida se nos presenta
algo imposible y algo demasiado
fácil
y siempre se nos presenta de noche.