En mi
guiñol las marionetas se mueven solas. No lo hacen siempre, lo hacen cuando
estoy dormida pero no sueño. Se mueven y se burlan de mis manos, de las que
prescinden. Las marionetas representan a hombres lejanos cuya segunda palabra
es adiós; no, perdón, ésa es mi media palabra, que a su vez es la última
entera. Las marionetas corren… ah, no, las marionetas están ancladas a mundos
que no se ven desde mi ventana. La que corre soy yo. Las marionetas sonríen.
Esas marionetas son como nuestras sombras. Nos deberían representar pero van a su rollo.
ResponderEliminarSiempre me admira esa forma tan original de expresión.
Un abrazo Elena.
Muchas gracias, José Antonio. Es cierto, son como sombras: son y no son nosotros. Abrazos.
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