Pido un deseo
Viajar en lápiz.
Sentir que el aire me raya la cara.
Duplicar, mediante giros, a los estorninos.
Trazar una casa y meterme en ella,
dibujar una ciudad que me sonría.
Sombrear el paisaje
hasta que me duela la garganta.
Diseñar un dedal ignífugo
para mi índice,
con el que señalo, sobre todo,
los infiernos imborrables.
Firmar con una coma.
Expresar cómo me encuentro
con garabatos infantiles.
Perderme y aterrizar
en la oreja de un carpintero
que saca de sus manos
un baúl y una silla.
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