Pero
hay que tener en cuenta a los hombres extraños
que,
al sentarse, se sacan los demonios públicamente
y
gritan, lloran, cantan, insultan
porque
del camino de rosas que les prometieron
sólo
han visto
y
tocado
y
olido
las
espinas.
Esos
hombres, andando son simples locos
que
se asombran de las formas de las nubes
y
no critican, no acusan, no hablan.
De
ahí que la manera de tenerlos en cuenta
sea
quitar, a su paso, todas las sillas
y
soplar mucho, mucho, mucho
en
dirección al cielo.
Víctimas silenciosas de los que llevan la voz cantante.Somos legión,por desgracia...
ResponderEliminarUn placer llegar hasta tu blog Elena.
Saludos
Pero en silencio se escribe... no está todo perdido. Saludos, Joaquín, gracias por dejar huella de tu paso.
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