Avisaron que venían y te
ensañaste con una pregunta: ¿Por qué, por qué, por qué…? Habías
publicado
libros, eras ilustre. Creías que eso sería suficiente para pasar a la
posteridad. Llegaron. Bombardearon tu mundo y el de los demás.
Destruyeron las
bibliotecas y las librerías. Destruyeron todos los lugares donde había
libros
tuyos y donde no; destruyeron tu casa con tus manuscritos y tu
ordenador, destruyeron tus plazas y tus bares. Bombardearon los nodos de
comunicaciones y los centros de
almacenamiento y distribución de la información: de nada sirvió que
tuvieras
una copia de tus escritos en la nube: destruyeron la nube. No ha quedado
rastro
de tu obra, no hay ninguna prueba física ni virtual de que hayas
dedicado tu
vida a la escritura. Están aquí, a tu lado, te van a degollar. Y en el
futuro,
si es que hay futuro, nadie sabrá cuánto, cuánto, cuánto escribiste sobre ti.
¡¡¡Ah, qué bien!!! a Mí no me destruirán nada; escribo sólo sobre ellos. Sobre su tumba, como "Siniestro", bailaré.
ResponderEliminarSi hay que bailar, se baila hasta el epitafio :)
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