Estrechó la mano del vendedor y así cerraron el trato. Regresó a su casa justo cuando su mujer acababa de preparar la cena. El olor a asado y el de la leña ardiendo se habían repartido las habitaciones ordenadamente,
excepto el salón, donde ambos se confundían. Su hijo pequeño corrió a abrazarse
de su pierna. El gato persa observaba la escena al lado de la chimenea. Después
de cenar se sentaron en la alfombra y jugaron a adivinar el conjuro que podría
hacerla volar. Afuera caía nieve horizontal.
La velada fue perfecta. Al día siguiente amanecería solo, como todos los
días.
lunes, 24 de abril de 2017
sábado, 15 de abril de 2017
Primero las campanas
Empezaron
las campanas
(yo
las señalo con el dedo
aunque
ahora finjan inocencia).
Sonaban
todas a la vez
y
un moscardón zumbaba por toda la casa
y
mi vecino batería ejercía como tal, recién despierto,
y
se me caían al suelo los platos,
las
monedas, las canicas, los gritos,
rotando
sobre el eje del ruido,
y
para rematar el estruendo
le
di un gran bocado a una hormiga
y
me indigné, me volví loca:
lo
supe cuando me supe
ladrándoles
a las mariposas
de
forma que cuando todo cesó
yo
no paraba, y dicen que decía
por
qué, por qué, por qué.
De Zaquizamí