sábado, 31 de marzo de 2012

Costurera

Cruzaba el bastidor a punto
de convertirse en tijeras.
La luz del ventanal se le pegó al vestido,
transparentándolo,
mostrando un esqueleto de mimbre
que nadie debería haber visto.
Corrió a sentarse en la oscuridad.
Quiso morderse las uñas, 
pero diez dedales de cloroformo
se lo impedían.
Se encogió hasta creer tener
el tamaño de una puntada
y se durmió profundamente,
comenzando por las yemas de los dedos.

viernes, 23 de marzo de 2012

La mirilla




Hay gente que se dice grande
(y, por supuesto, no me refiero
a la altura ni a la intensidad),
pero nadie lo es tanto:
todos caben en la mirilla,
todos son el eje de un anillo,
todos miden un vistazo,
todos pesan un parpadeo,
todos desaparecen
detrás de un gen de gong,
pequeño vaivén de latón,
espía de lo que ya se sabe.

De Esta dichosa ansiedad doméstica

jueves, 15 de marzo de 2012

No prometo decir la verdad






Tan sólo vengo a prometer un poema,
un electrocardiograma estimativo para ningún diálogo,
un atentado contra una cuchara sin rozar la cucharada.
Veo que hoy sigue siendo brutalmente ayer,
aprieto la mano del verso que me arrastra a su barro
y, una vez más, me encharca los pulmones.
No se camina si no se mueve el camino
y cuando veo un cadáver e investigo la autoría de su muerte,
del primero que sospecho es del cadáver.
Me pudriré pero estoy llena de hojas.
De la escalera, es casi mío un escalón.
Últimamente no propician horas para escribir
la conjunción de los astros ni las confabulaciones
de las hormigas rojas en mi glotis.
Es por ello este minuto y medio deletreado,
desenchufadas las posibles rimas
antes de lanzarlas al agua.

martes, 6 de marzo de 2012

La peluquería



En la peluquería se puede esperar escuchando música popular siamesa. Porque es muy importante mantener un ambiente relajante, las peluqueras visten camisón y alpargatas. Está científicamente comprobado que si las personas no tienen el corte de pelo adecuado, pueden comportarse como si fueran otras personas, y es que a veces el carácter merma con unas tijeras o se revoluciona con el difusor. En la peluquería se puede uno injertar pelo de león o pelo de sardina. Mujeres con rulos se quedan dormidas en los espejos.