He
estado y escupido en tu casa, cartero, mientras tú estabas en la mía. He visto
en la oficina postal, tu morada, a compañeros tuyos de trabajo, y también a
personas esperando su turno para enviar o recibir palabras certificadas. No sé
cómo eres, quién eres, pero no podías ser ninguno de los otros carteros con los
que me he cruzado allí porque tú, mientras tanto, estabas en mi portal,
dejándome un acuse de recibo. Da igual cuando salga a la calle porque en ese
mismo momento vendrás tú a traerme algo. Por eso nunca he visto ni veré tu
rostro. Tu voz sí la conozco. Eres ese tipo de persona que no agradece los
favores concedidos. A veces llamas a mi portero. Pregunto quién es. “Cartero”,
dices. Le doy al botón de apertura. No me das las gracias, desgraciado, y lo
único que me indica que has entrado es el sonido de la puerta abrirse, abajo.
Vivo en el primero y lo escucho todo menos las nubes. Podría bajar en ese justo
momento y sorprenderte, pero entonces podría matarte. Un portazo, otra vez
abajo, me comunica que te has ido. Siempre me dejas las cartas fuera, a la
vista, encima de los demás buzones. Como si no supieras en cuál de ellos
echarlas. Como si no supieras para quién son. Como si yo no existiera.
miércoles, 30 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Poesía en pantuflas
Voy a impartir un taller de poesía on line con Verbalina, que comienza el 11 de noviembre. Es la primera vez que hago esto y me lo estoy trabajando muchíiiiiisimo. Se llama "Poesía en pantuflas y con humor. Los certámenes literarios, ese mundo", que, como su nombre indica, trata sobre la poesía cotidiana y sobre cómo no desquiciarte (del todo) con los concursos.
Podéis ver toda la información en Poesía en pantuflas
Agradezco difusión :)
lunes, 14 de octubre de 2013
Un puzzle
Todos los días
tengo un puzzle nuevo.
Son las horas figuras
difíciles de colocar.
El dibujo representa
algo que aún no sé.
Porque todos los días
me faltan piezas.
De Hogares de paso
domingo, 6 de octubre de 2013
martes, 1 de octubre de 2013
Y el agua crece
Llueve flores
y, abajo, el agua crece.
Nadie se
quiere mirar los pies.
Cuando pasa
el tren, se abren las calles
(las calles
son dormitorios sin puertas).
Camina la
muerte en pijama, sin dientes,
sedienta de
sueños líquidos;
un perro le
muerde los tobillos
y se muere de
invierno el perro.
Quién
sonreiría ahora.
No es un
sueño lo que asoma,
envuelto en
círculos concéntricos:
el sueño no
desnuda,
el sueño no
impone ladrar.
Un adiós es
un pañuelo
en el que
cabe un átomo y un dragón.
La oscuridad
se despide
insultando,
como siempre.
Los muertos
se pasean a las ocho.
Si ellos no
me ven,
yo no los
veré a ellos.