Teniendo en cuenta que es difícil nadar sobre una silla azul dando brazadas en el aire con una corbata que cae por su propio peso y unos tacones que se ladean por su propio paseo, añadiéndole además el hecho de que todo esto sucede sobre un círculo de esparto a finales de verano, vayan mis mejores deseos para el caso de que a algune despistade le dé por visitar esta pantalla tardía que, por una vez, va a contener un mensaje a tiempo, parece ser. La fotografía la hizo Pilar Mayorgas, y no sé por qué la pongo hoy. ¿Quizás porque hoy es un lunes que se termina algo? Ni idea. Tampoco sé otras muchas cosas pero no importa, de verdad que no.
lunes, 31 de diciembre de 2018
sábado, 22 de diciembre de 2018
De las legumbres
Imaginen una mujer del tamaño de las legumbres
cerca del agua,
una mujer que camine descalza
por un suelo de papel.
Con sus pasos escribe dos vidas:
la esperada
y la suya.
Imaginen una mujer huyendo del vapor,
porque le arruga tanto que cualquiera
podría comérsela.
Entiendan que esa mujer evite
entrar en este poema.
Pero sepan que existe.
sábado, 15 de diciembre de 2018
Entrevista capotiana
Toni Montesinos es el responsable de esta entrevista capotiana. Vaya mi agradecimiento por delante. ¿Qué es una entrevista capotiana? Lo sabréis pinchando en el enlace. ¿Qué se puede contestar en una entrevista capotiana? Esa pregunta es muy difícil, voy a otra. ¿Podríais vivir sin leer esta entrevista? Sí, pero no. Ésta y muchas otra cuestiones, la mayoría solucionadas, aquí.
martes, 11 de diciembre de 2018
Al río
En línea recta faltan seis kilómetros para llegar al río
pero doblando la curva faltan seis kilómetros
y ciento cincuenta gramos para llegar al río
y de nuevo en línea recta faltan cinco kilómetros
y tres peces para llegar al río y según
el diámetro de la siguiente curva y según
a qué montaña rodee la siguiente curva
faltará más o faltará menos
para llegar al río
y ahogarte
si no dejas de preguntar
cuánto falta para llegar al río.
sábado, 8 de diciembre de 2018
Versos al paso
Gracias a la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid y a la gestión del colectivo Boa Mistura, montones de versos pueblan los pasos de cebra de Madrid. Una vez más presumo de suerte, un verso mío fue elegido para formar parte del proyecto. Si queréis más información sobre los autores y versos que estamos por los suelos de la capital, podéis verlo aquí.
Después de preguntar en facebook si alguien podía sacar una foto del verso en cuestión, he recibido dos: una facilitada por Montse Villena y otra por Luca Roman. La que pongo aquí es la de Luca.
miércoles, 28 de noviembre de 2018
Verbo sueño ataca con... Aventura emocional
Hace un año nos juntamos un grupo de amigas para hacer una escenificación, en vez de una presentación, de "¿Qué hacer con Freud además de matar a Freud?". Como la cosa resultó, partiendo de un componente absurdo e indefinible, decidimos seguir adelante y abordar nuevos proyectos. Luego llegó el invierno profundo, luego la ajetreada primavera, luego el verano hiperactivísimo, y de nuevo llegó noviembre. ¿Y qué mejor manera de celebrar un mes con un nombre tan así que juntarnos de nuevo y perpetrar un nuevo atentado al orden lógico de las cosas? Este cartel es el resumen, y es la señal.
miércoles, 14 de noviembre de 2018
Impresentables más
De nuevo estaré en Impresentables a no ser que me caiga un meteorito encima con todo su peso cósmico cinco minutos antes, en cuyo caso me retrasaría un poco. Este sábado en Libro Taberna El Internacional, Toledo sin ley.
domingo, 11 de noviembre de 2018
Más que Apenas o la Trashumancia de David
Vi a David Trashumante en Cosmopoética, no hará un mes, recitando poemas de “Apenas” (Ya lo dijo Casimiro Parker, 2018). Lo he visto otras veces recitando poemas de libros anteriores y doy fe de su presencia escénica, de su locuacidad, de su ingenio, de su ironía. Pero otro Trashumante –sin dejar atrás a sus demás Trashumantes– se había plantado en el escenario. Era un Trashumante sobrio, más lírico que nunca, con ecos de Pizarnik y de Mestre, sobre todo. Mientras recitaba, pude ver su mundo entretejido por versos largos a punto de desintegrarse. Y también veía a quienes le escuchaban con cara de no comprender exactamente aquel código extraño y mágico que los abstraía hasta el punto de no poder mirar hacia otro lado ni oír otra cosa más que a David diciendo Dicen…
He terminado de leer el libro en un tren y me he preguntado en movimiento muchas cosas acerca de la poesía, del lenguaje, de los poetas. He encontrado en estos versos a David Trashumante felizmente sereno, rompedor, emotivo, sabio, preguntándose (con la voz de siempre) y respondiéndose (con otra voz). Sus inquietudes y trashumancia, que no es ni muchísimo menos de apodo sino de verdadera condición, no le permitirán anclarse tampoco en este estilo, sospecho. Porque ha demostrado en más de una ocasión no estar dispuesto a acomodarse ni a perdurar bajo el auspicio de ninguna etiqueta. Lo cierto es que ha escrito un buen libro, uno diferente. Y los que le quedan.
Perdonadme si las imágenes no son muy nítidas. He hecho varias pruebas y las fotos no quieren salir exactamente claras. Como han querido salir las dejo.
lunes, 29 de octubre de 2018
Nueva oleada de falsos oriundos
Regreso de alguna parte.
He debido caminar mucho, pues
no llevo zapatos
(me los comí cuando me quedé sin agua
y el resto del camino
lo tuve que hacer trepando, volando,
molestando a la nube de siempre,
ensayando con la lengua acrobacias rentables
después de limpiar una pistola cargada).
No es que tenga sueño.
Es que tengo que soñar.
domingo, 14 de octubre de 2018
Mi casa a los ladrillos
Me hacían daño los zapatos y me los quité. Tenía calor
y me deshice del abrigo. Me cansé de mirar el reloj y lo lancé lejos y así dejé
de tomar mis medicinas, de ir a trabajar, de quedar con nadie y otras
actividades que implicaran estar pendiente del tiempo. Me volví enferma, pobre,
solitaria, descalza, ligera. Regalé mi casa a los ladrillos, mi ropa a las
ovejas, mis libros a los árboles, mis flores a la primavera. Pero todavía
necesitaba desprenderme de más cosas. Respiré hondo y me pesaban los pulmones,
maldita sea… ¿lo entendéis ahora?
jueves, 4 de octubre de 2018
sábado, 29 de septiembre de 2018
El asunto de la sal está bien llevado
Levantar la cabeza, dejar de tutear a las baldosas.
Asegurarme de que hay una puerta de cristal
(recordar que del aire no se cuelgan
carteles con horarios de comercio).
No mirar atrás. No mirar atrás. Ni por asomo mirar atrás.
Enfrentarme a la almibarada sonrisa del dependiente.
Preguntar si estoy en Gomorra o si estoy en Sodoma:
escuchar dos veces sí. Examinar al dependiente.
Él es dulce. Su perfil es una carta de postres.
Seguro que sus besos son caramelos masticables.
Él es azúcar. Él es azúcar. Pero yo necesito sal, la pido.
Comentar que el asunto de la sal está bien llevado
porque existió antes de ser imaginada, y no al revés,
y porque es la piedra que se come.
Decirle que antes de pagarla debo probarla.
Coger un puñado y arrojarla sobre mi hombro siniestro,
espantando así al espectro de las horas impares.
Pagar porque funciona. Pagar y esperar la vuelta.
Dudar entre cederle el paso al eclipse
o correr en dirección a la trastienda
y zambullirme en los sacos de sal
hermanándome con los delfines blancos.
Saber que, haga lo que haga, me convertiré en estatua
porque, al mirar, miro hacia adelante y miro hacia atrás.
Agachar la cabeza, tutear a las baldosas.
Evitar mi propia descomposición
ante la imposibilidad de eludir la ajena.
Guardarme el hambre donde la sed.
No decir adiós. No decir adiós. Decir dos veces nada.