viernes, 8 de febrero de 2013

En Roma



(Al abandonar un sitio, suelo mirar hacia atrás para comprobar

si me he dejado algo en la mesa, en la barra, en la rama, en Roma.)

 

Olvidaste tu nombre en el cenicero, aún humeante.

Yo me volví, miré, lo vi, y me lo llevé a la boca

para nombrarte bien despacito.

 

(Voy a fingir que estoy en Roma.

Aleteo. Fabrico sombreros de papel)

 

Se me ha roto el cinturón

y no sé con qué sujetarme el ombligo,

¿me lo llevas tú?, y... ¿ también el baúl?

 

(Yo te espero mientras en Roma.

Braceo. Ahogo sombreros de papel.)

 

Te espero posando junto al ojo embalsamado de Fellini,

caminando como un pañuelo en blanco y negro por la cubierta de un barco

hasta que tú te vuelvas, me mires, me veas, y me lleves a tu boca despacito.

 

(Tiene que ser agradable. Hagámoslo.

Tiene que ser en Roma.)
 
 

De "Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea"

7 comentarios:

  1. Siempre es una pura delicia leerte.
    Seguro que también escucharte.
    Pero sueles tener prisa.

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  2. Jejeje, también por aquí... ¡un beso rápido, Pedro!

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  3. [das quase imagens vertidas palavra,

    a imagem da viva cidade
    raramente adormecida, eterna.]

    um abraço,

    Lb

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  4. Precioso poema, Elena. Preciosa ciudad para tener esos recuerdos.
    Un abrazo.

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  5. Leonardo, Ana: Roma se deja querer hasta con palabras.

    Abrazos para los dos.

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  6. Un poema precioso, Elena. Parece un poco cinematográfico. Imágenes hermosas de ausencia. Muy logrado el efecto del recuerdo.

    Abrazos
    Ana

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  7. Eso es porque tengo muchas películas metidas en la cabeza, Ana. Gracias por tus comentarios. Abrazo.

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