El
escritor hiperactivo, a estas alturas
de su vida, podía haber escrito ocho novelas y diez ensayos, pero su
hiperactividad le impedía sentarse a desarrollar las ideas que se le ocurrían. Cuando quería hacerlo, otra cosa le urgía o satisfacía más: correr, subir
una montaña, saltar, acudir a una cita, nadar, sembrar un huerto, viajar. Estas
experiencias, a su vez, le inspiraban nuevas historias que, al igual que el
resto, tampoco escribía. Intentó hacerlo corriendo, subiendo una montaña,
saltando, acudiendo a una cita, nadando, sembrando un huerto, viajando: su
caligrafía en movimiento era pésima, por lo que desistía a la línea y media.
“Todo esto tiene que salir ya”, dijo, y se pegó un tiro en la
cabeza.
Es que no veo normal lo mucho que me encantas.
ResponderEliminarHey, ¡¡¡¡gracias, Mara!!!! Acabo de ver este mensaje, siento el retraso en responder.
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