Nací
a la vez que algo amargo
y,
en cuanto aprendí a hablar,
pedí
azúcar
y
que me enseñaran a bordar truenos
en
los pañuelos que después regalaría.
Me
llamo como los muebles y las amígdalas.
Construyendo
mi primer castillo de arena
una
ola se me llevó
pero
yo ya sabía volver.
Cuando
me callo, no estoy pensando
(eso
lo hago cuando duermo)
y
no estoy presentándome
(eso
lo dejo para mi sombra).
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