El sábado pasado murió Ángel Guinda. Dejé este poema en la red. Hoy quiero retenerlo aquí.
El día que murió Ángel Guinda
hacía un frío que movía
las ciudades y era peligroso
caminar por el puente:
cualquier gota
nos hubiera vuelto de agua,
seguiría haciéndolo.
Algunos lograban hablar
pero ninguna palabra
podía hacer, cómo decirlo,
un agujero más grande.
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