viernes, 3 de septiembre de 2010

Veladas

Ni el té sabe tan dulce como yo quisiera
ni puedo evitar que se haya nublado
ni se me seca el frío de los pies.
Llaman a la puerta, abro, hola.
Mi prima trae revistas y regaliz,
y prefiere no quitarse el abrigo.
Tararea la melodía más estúpida
y sonríe, pero sólo un poco porque
las horquillas le limitan la expresión.
Dice que después cambiará las vendas
de mis muñecas por otras nuevas, limpias.
Le pido que, además, me vende el apellido.
Pasaremos el resto de la tarde sin la felicidad.

6 comentarios:

  1. Muy bueno. Me ha encantado.
    Has sabido exponer un estado de ánimo perfectamente.
    Me voy habiendo tenido una lectura muy grata.
    Un saludo.

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  2. Cuida bien esas muñecas. No lo sabes todavía, pero las necesitamos.

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  3. Es admirable tu capacidad de poetizar lo cotidiano.

    BS.O.S

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  4. Nuria, intentaba acercarme a la tristeza, no es real, es una imagen. La primera persona le es cómoda a los lápices.
    Un abrazo y gracias a los tres.

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  5. Hola Elena, soy rocío, de Naif. Me encanta este poema, me siento súper identificada en algunos momentos con esa tristeza. Enhorabuena por el blog. Yo inauguré uno hace un par de meses! te he enlazado:
    http://realidadesenretroflexion.blogspot.com/
    Por cierto, la foto del gato y las palomas es genial. Un beso!

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  6. Rocío, hola, estoy echando un vistazo a tu blog.
    La foto fue hecha en Gijón: los que intervienen posaron así de bien.
    Gracias por tu visita, besos.

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