Confirmo
que mi abuela era de seda
y
su entierro consistió en guardarla,
bien
plegada, en un cajón.
Recuerdo
a mis bisabuelos de papel
con
sus voces escritas,
su
continuo desafío,
su
yacer en cualquier libro.
El
proceso es lento pero notorio:
se
nos agudizan los pómulos;
se
nos reducen los ojos hasta la mitad
del
tamaño de nuestras ojeras;
se
nos va quedando la ropa grande,
los
huesos grandes, el alma grande;
comenzamos
a acostarnos anocheciendo,
a
levantarnos amaneciendo.
Yo
estoy en ello.
Me
rebelo amenazando con comer
pero
cualquier alimento se vuelve de aire
camino
de mi boca.
Mis
hermanos mayores
ya
son más chicos que yo,
al
contrario que mi hermana pequeña.
Los
días de viento clavamos
a
nuestros padres al suelo.
Nos
sentamos frente a ellos
para
que nos cuenten la historia
que
ellos quieran.
De Será genealogía
me encanta
ResponderEliminarPor aquí también te estoy leyendo... un abrazo grande.
ResponderEliminarMe gusta mucho. La abuela es estupenda
ResponderEliminarGracias, Casilda. El mérito es de mi familia. Un beso.
ResponderEliminarEl libro es estupendo. Lo que no encuentro son los 51,3 defectos que dices que tienes ;)
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues fíjate si los hay que hasta tienen decimales. Me alegro de que esté contigo el pequeñín. Ya sólo hace falta que adoptes a la autora :)
ResponderEliminar