jueves, 11 de octubre de 2012

Veinte





Una mujer enguantada discute el precio de un cinturón con un anciano de dieciséis años que le rebaja un euro, mientras mira de reojo a un chico que, en la esquina, lleva observando las gafas de sol demasiado rato, como esperando a no ser visto para robar, sin saber que si lo hace le perseguirá una maldición atávica conjurada en arameo. Dos agentes de la policía esposan a una nube por traficar con éter. Donde hubo un tótem le recuerda un poste de luz, en cuyos cables se alinean los gorriones que otean su horizonte ambulante por si deben, llegado el momento, regatear su precio hasta llegar a cero.


De Veintiún bisontes

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