Desde que el
Danubio pasa por Neptuno,
boquerones y
sardinas frecuentan ríos de Cristasol,
en cuyo fondo
dormita Merlín, ahogado,
mordiéndose su
cianótica lengua.
Las hadas, sin
embargo, eligen
el suelo de las
piscinas para hibernar,
arropadas por
banderas de la CEE.
Los arándanos
bailan el blues de la Atlántida
sobre el lomo
de las ballenas eléctricas.
La flor del
lino
se cristaliza
en
azulejos para
sanitarios.
El roquefort
sabe a cobalto, suave.
Y los valses han sido desplazados por el susurro de la resignación,
ResponderEliminarhabrá que desviar el Danubio, hacia Orcasitas, por ejemplo.
Abrazos.
Aceptada la resignación si es azul y (muy) efímera. Abrazos, Amando.
ResponderEliminarImpecable poesía, Elena, crisol de fantasías que no pierden el pie de la realidad.
ResponderEliminarÉste es azul, y forma parte de un minipoemario que hice sobre los colores. Tiene unos años, y en estos momentos necesitaría escribir algo así, pero no se lo digas a nadie.
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