sábado, 25 de enero de 2014

La felicidad es una piruleta


La felicidad es una piruleta. Una piruleta enorme, roja, con forma de corazón. Una piruleta que sólo se vende en un quiosco de las afueras. Un quiosco que no tiene horario, con lo cual puedes ir a comprarla y encontrártelo cerrado, o no ir a comprarla y enterarte después de que el quiosco estaba abierto. Lo siguiente es que el quiosquero te la quiera vender. Si ese día se ha levantado con el pie izquierdo, no te la venderá. Si se ha levantado con el derecho, será tuya por una moneda. Si se levantó con los dos pies a la vez, su estado de ánimo dependerá entonces de sus juanetes, del clima, de cómo haya dormido esa noche...

Yo la quiero. Sé que podría ser mía y la quiero. Quiero retirar su envoltorio de plástico transparente. Quiero sujetarla por el palito y comérmela sin contemplaciones. Comerme ese corazón enorme-rojo-dulce-quieto-tan-difícil-de-conseguir. Comérmelo entero y empacharme de caramelo, hasta que me duela la barriga. Para que nunca más pueda oír hablar de la felicidad sin que me den ganas de vomitar. Para que mi cuerpo y mi mente terminen por despreciarla y se acostumbren a no tenerla y, sobre todo, a no necesitarla.

Felicidad = piruleta = dolor.

 

De Fragmentos de una niña decapitadita

 

3 comentarios:

  1. Vaya, tengo suerte. No vomitaré. Mi quiosquero ha decidido que la felicidad es una piruleta que da asco, y ya no se levantará más. Con ningún pie.
    Abrazos, siempre

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  2. Gracias por tus comentarios y visitas siempre, y abrazos, Auroratris :)

    Amando, me encantan tus vueltas de tuerca. Abracitos.

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