martes, 28 de marzo de 2017

Narcolepsia



 Otro rescatado del baúl de lo que dije en otros tiempos


Aparecer, desaparecer.
Vestir el espíritu con aroma de vainilla o tergal.
No complicarle la vida a nadie.
Las mañanas de niebla me miro en el espejo y no estoy,
mi reflejo se reduce a una nota
–que dice que he salido un momento–
y una radiografía de pulmones dañados.
Me desconozco.
Me toco el pelo mientras dibujo en el suelo,
con los tacones, una calabaza de Halloween;
después la borro con la lengua.
Como miembro activo del público
te dedico milibares de ovación anónima,
aunque se me cierren los ojos al abrirlos y verte.
Créete que no existo, así se explica
que me marche sin decir adiós
por la puerta de salida de los sonámbulos.
He perdido esa foto en la que, detrás de ti, 
asomo yo, en un hueco donde no podría caber
de no ser microscópica e invisible.
Anoche me escuché llegar no porque oyera mis pasos
sino por el arrastrar de las cadenas.
Entonces pude dormir.
Hoy alego narcolepsia para no atender tus llamadas.
Pregúntales por mí a los restauradores de colchones.
Ellos sí saben quién soy, te dirán cuánto me odian.

2 comentarios:

  1. Sí, en estos otros tiempos (aquellos) te encuentro más dormida. Siempre un placer asomarse a los tuyo.

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  2. Tampoco es que ahora ande muy despierta, je. ¡Hola!

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