¿Por qué me habré distanciado de la prosa?, ¿qué me dieron a cambio la poesía y la tristeza sino tristeza y poesía? En paralelo, ¿qué pasó con la música? No se escondió, como creía, debajo de los zapatos que dejé de ponerme porque además de hacerme incómodamente más alta, con ellos podía acelerar el crecimiento de las bombillas (una vez una se infló tanto que era como un globo luminoso aerostático y me subí a ella y qué bonitas postales vi desde arriba, sí, pero todas quemadas...). El caso es que la música no estaba ahí y, si bien a veces viene a verme (algo que yo no hago con ella, lo reconozco), lo hace con prisa y me dice que tiene mal aparcado el coche y que debe irse enseguida. ¿Dónde has aparcado el coche, dónde vas, dónde vives? -le pregunto con los ojos como ventanas inspiradas. Y me responde que la cuestión no es dónde sino qué: ¿qué coche y qué prisa tiene la música?, ¡qué descalza va y sin bombillas! Con la prosa me ha ocurrido casi, casi lo mismo. Pero ella nunca se ha perdido del todo, siempre he sabido dónde está. Lo que pasa es que antes vivía conmigo y después se fue a vivir al piso de al lado. No sería un problema si no fuera porque a veces el piso de al lado no existe.
Hazte un loft en el que no haya tabiques entre la prosa y la poesía. Sería difícil hacer prosa con versos, pero sí puedes hacer poesía en prosa. Dicen los del Opus que descansar es cambiar de actividad.
ResponderEliminarEstoy pensando mudarme un solar, pero no sé si ahí tendré suficiente espacio para echar de menos los ladrillos...
EliminarMuy bien, tienes talento. Igual yo cambié la prosa por la poesía, pero curiosamente el dia de hoy, a mas tardar dentro de una semana, abandono la poesía. No deja nada bueno. No la dejo de inmediato en razón a ciertas correcciones. No es cosa de irse asi como asi, al fin y al cabo esta Amazon para subirla a la tabla de los naufragos.
ResponderEliminar¿Y por qué dejas la poesía? ¿No puedes combinarlas? La prosa no es celosa...
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