miércoles, 16 de julio de 2014

Poco mundo



Los días en Maia comienzan con mañanas claras que prometen jornadas luminosas y radiantes. Las pocas gentes de Maia se fían del cielo y salen sin paraguas. La lluvia espera a que esas pocas gentes pisen la acera  para arrojarse sobre ellas de pronto y con fuerza, encharcándoles los cerebros que, sin paraguas, se reblandecen. Entonces las gentes de Maia corren mucho para alcanzar cuanto antes la tienda de paraguas. El tendero hace buenas ventas. El tendero tiene un acuerdo con la lluvia. El tendero y la lluvia engañan a la gente que sale a la poca calle y sin ningún paraguas las mañanas claras que prometen jornadas luminosas y radiantes. Las gentes de Maia llegan más temprano al trabajo los días de lluvia, es decir, siempre, porque corren mucho y además nunca se secan. Al ser tan puntuales y sus cerebros tan reblandecidos, los pocos empresarios de Maia se sienten muy satisfechos con ellos. Es obvio que los empresarios de Maia también tienen un acuerdo con la lluvia. Últimamente parece ser que todo el mundo tiene un acuerdo con la lluvia.

5 comentarios:

  1. Un abrazo, Elena. Vales un mundo, y no poco, allí donde la lluvia reblandece los cerebros. Gracias por tener siempre a mano un paraguas.

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado la originalidad con que has tratado esta historia.
    Besitos, Elena.

    ResponderEliminar
  3. Auralaria, que no os falte nunca la lluvia ni los paraguas abiertos. Abrazos grandes, y oxígenos mayores :)

    Maribel, Auroratris, muchas gracias por vuestras palabras. Y muchos abrazos también.

    ResponderEliminar
  4. ains yo quiero tener un acuerdo con la lluvia

    un placer la visita

    saludos!!!!

    ResponderEliminar