Debe
haber alguna señal
en
alguna parte,
algo
que advierta a los insectos
que
no hay nada dulce
tras
estas puertas.
Debe
ser el neón del siglo pasado
o el
cristal del escaparate, con dioptrías,
o el
aroma a nunca
que
se escapa de la tienda pidiendo un taxi.
Por
aquí no hay ni moscas:
un
raro mecanismo las hace
vulnerables
a morir de pena.
Maravilloso poema, Elena, de gran sensibilidad.
ResponderEliminarSalud
supervivientes los insectos.
ResponderEliminarBuen poema Helen.
Gracias, Manolo. Y te sigo leyendo.
ResponderEliminarMikaela, perdida te tenía y por aquí te encuentro. Gracias, hola, abrazo.
Que solo me sentía allá en la cima!
ResponderEliminarPor fin alguien que escribe mejor que yo!
Daniel, hola, encantada de tenerte por aquí.
EliminarAparte de leerla, ser bienvenido? Es mucho para mí.
EliminarDesde ya le agradezco. Saludos desde Bs. As.
Claro. Bienvenido, lector. Gracias a ti.
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