Corrimos hacia el este porque
venía la tormenta desde el oeste.
Nos cobijamos en las casas blancas
porque decían que las negras se hundirían.
Las abandonamos deprisa porque
vino el viento y era daltónico.
Nos fuimos al sur
porque en el norte no nos querían.
Nos subimos los unos sobre los otros
para formar una columna que se desmoronó
al paso de los bombarderos.
Nos arrastramos hacia el río muertos de sed
pero el río era un cauce árido
en el que lo más cercano a beber
fue estrujar peces enfermos.
Mirándonos, nos preguntamos: ¿Dónde vamos?
Y el eco se encargó
de que sigamos preguntándolo
muertos.