viernes, 25 de agosto de 2017

Voix Vives 2017

Éste es el cartel del V Festival internacional de poesía Voix Vives, diseñado por Demian Ortiz y protagonizado en esta ocasión por nuestro padrino, Paco Ibáñez. La programación, como todos los años, completísima y trabajadísima, para todos los gustos y para todos los públicos y para todos los momentos de los tres días que dura el festival. Que ustedes lo disfruten. Por allí andaremos. Y correremos. Y bailaremos. 


jueves, 24 de agosto de 2017

Vivir junto a una puerta



Vivir junto a una puerta es habitar el ruido. Yo sabía perfectamente cuándo entraba y salía alguien. Yo sufrí las mudanzas de los otros. Yo fui testigo acústico de partidos de fútbol que disputaban los niños allí, contra aquella puerta, y de las palabras que se cruzaban acerca del tiempo –climatológico  y cronológico– en el umbral. Si hieres a quien más amas, además, te hieres a ti: en ese momento nada tiene sentido. Yo contaba los coches que se detenían en la puerta para no dormirme, y sin embargo me arrullaban los martillos. Yo no barría el portal. Yo vi una vez al cartero mirando al trasluz una carta escrita a mano antes de echarla en un buzón. De aquella época guardo como recuerdo un pomo, el de la puerta, no sé dónde lo tengo... Porque prometí cumplir mis promesas, vivo junto a una ventana, habitando así el silencio, y ya sólo el aire me golpea. De madera o de cristal, siempre hay una barrera que se interpone entre mis ojos y la visión. Pero la luna está más cerca y puedo verla, y eso significa que la suerte viene conmigo.

martes, 15 de agosto de 2017

El desierto





Festivo en verano, ciudad de interior, las cuatro de la tarde: excepto la quietud, no hay nada. Si hubiera edificios, sus ventanas serían los sellos de las cartas que no se envían. Si hubiera agua, no habría más que una gota. El azul del cielo es lo único que se mueve, tan despacio que parece que está lejos. 

El cuadro es de Gustave Guillaumet. "El desierto", para más señas.

domingo, 6 de agosto de 2017

Rituales de sepulturero




Toda una montaña se desmorona de noche

cuando el sepulturero dice adiós

tras cerrar la verja

pero mejor eso a que diga

hasta luego.

El sepulturero coge la almohada

como si pesara cien kilos,

echa hacia atrás las sábanas

como si tuvieran ojos

y les metiera los dedos,

se acuesta en su cama

como si se lanzara al mar

cuando nadie mira.

Aún queda esperanza

–piensa

en cuanto se despierta–,

todavía me quedan

mariposas sin usar.