sábado, 23 de noviembre de 2024

Femenino singular

 

Nacer con catorce años en el seno de un sujetador,
tocarse el ombligo en cualquier parte del cuerpo,
confundir la risa con el llanto para siempre.
Vivir a los veintitrés con la boca abierta,
arrullar altares, ilustrar el horizonte.
Crecer a los treinta y cinco,
olvidar el juego del escondite,
el de la comba, olvidar casi todos los juegos.
Estancarse a los cuarenta, descubrir los
sueños incumplidos en un estropajo escurrido,
negar tres veces a Disney y las que hagan falta.
Reinventarse a partir de las flores a los cincuenta y uno.
Autoabastecerse de alrededores sin caer en la sordidez
y definirse indefinible a los sesenta y dos;
no encontrar nada nuevo que perder,
sentirse el corazón y el alma llenos y pesar poco.
Resucitar a los setenta y no tener dientes para morder la paz.
Dormirse a los ochenta y cuatro en el autobús,
aprender a convivir con la hermosura,
a hacer maletas que se puedan cerrar.
Soñar a los noventa, estando viva o no,
dar de comer a los gatos caricias seculares.
Morir a los dos años pareciendo una muñeca.

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