Una persona camina delante de ti, despacio. Querrías avanzar, dejarla atrás y continuar tu camino pero, en su lento y serpenteante deambular, se interpone constantemente. Decides desviarte en cuanto puedas hacia la derecha, esquivar a esa persona y continuar tu camino, pero en el momento en que vas a hacerlo se echa ligeramente hacia la derecha y te impide pasar. Tratas de repetir la estrategia pero hacia la izquierda y esa persona actúa igual que tú, por lo que tampoco esta vez puedes adelantarla. En algún momento de este relato tuviste prisa, ya no la tienes. Debes seguir el ritmo de esa otra persona -no el tuyo- hasta que desaparezca. No hay nadie más en el mundo excepto esa persona y tú, camináis por el desierto y es de noche.
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