Por sólo unas monedas
te conducirán por el
laberinto verde,
predecirán (y acertarán) si
habrá lluvia, viento o esplín,
catalogarán los gruñidos
ocultos tras el follaje
y los altísimos cantos de
cada árbol,
caminarán siempre paralelos
al amigo río,
te mostrarán las aldeas y
algunas de sus costumbres,
te indicarán los abismos que
puedes pisar y los que no,
te dirán qué lugar es mejor
para pasar la noche
y, mientras duermes, por
sólo unas monedas,
te guiarán con antorchas por tus sueños
hasta que la luz lo invada
todo
y no les necesites. Tanto.