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domingo, 17 de noviembre de 2024

Once y Juana

 


Once ediciones del Encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil. Once ediciones y Juana Castro. Once, el surrealismo. Once y la traducción.  Guillermo Busutil proyectando su voz frente a un colador y ladeando su sonrisa colgada del cuello. Mª Ángeles Hermosilla, Sigfrid Monleón, Eva María Martínez Moreno y Víctor Almeda hablando sobre la ruptura de las corrientes tradicionales, de la negación del automatismo, del surrealismo como revolución, de lo poético como su cuna y lo visual como su terremoto plasmado. Un cadáver exquisito sujetado por las jóvenes manos de los alumnos de Bellas Artes del IES Manuel Reina. Estefanía Cabello, Concha García, Ángeles Mora, Marisa Calero: cuatro mujeres subiendo poemas de Juana a los ángulos justos de un teatro. Y hay más, muchas más voces adheridas a la poesía de Juana Castro (Club de lectura “Mujeres pontanas” y los IES Manuel Reina y Andrés Bojollo). Tres mujeres (Escuela de danza “La triangular”) en el escenario girando y contorsionándose a su alrededor demostrando la importancia del abrazo y la levedad de las plumas suaves y convulsas y en vilo. La sencillez de Juana Castro levantándose de la silla y abandonando el centro del escenario para darle a la danza el protagonismo. Mientras, el niño Ruven y su fagot. Mientras, Alicia Baena y su piano. Mª Jesús Cortés cantando a Juana y sacándola a bailar. Mientras, Daniel Tejero Navas y su trazo certero hecho cuadro. Dos exposiciones: una de tres (Francisco José Sánchez Montalbán, Rafael Peralbo Cano y Jesús Montoya Herrera) –Drama en cuadros. Convergencias plásticas en torno al surrealismo lorquiano– y una de uno y de muchos (Víctor Almeda –La imagen no es lo real–). Balbina Prior, Natalia Carbajosa debatiendo sobre traducción en una mesa moderada por Concha García.: la traducción, indudablemente es un placer, un “acto de amor”. Un salpicón de poemas surrealistas con las voces de Mª Ángeles Hermosilla, Eva María Martínez Moreno, Juan de Dios García, Elena Román, Ángel Manuel Gómez Espada y Gema Albornoz. Finalmente, antes de todo esto, la proyección de “Miles In Bello, Juan Bernier en la guerra de los españoles”, guionizado y dirigido por Rafael Bernier y Juan Antonio Bernier. Como principio-alimento-causalidad la pasión, el amor por el arte, Antonio Roa o el viento anunciando árboles.




 


jueves, 7 de marzo de 2024

Las provincias de Benet o vivir en un Chagall, de Elías Gorostiaga

 





      Hay poemarios que son manojos de llaves, o son sólo sombras de poemarios, o son el césped de madrugada, o son poemarios del traslado, y hay poemarios que son pócimas que funcionan, porque son el puerto y el cementerio, y es que son poemarios sorprendentes, atípicos, entusiasmadores ya desde su título, como es el caso de Las provincias de Benet o vivir en un Chagall (V Premio Internacional de poesía Juan Rejano-Puente Genil, edit. Pre-textos, 2023), de Elías Gorostiaga. Es, por tratar de analizar el libro desde dentro de un reloj, un poemario actual a la vez que sin tiempo. 

      Por una inmensa mayoría de las páginas de Las provincias de Benet o vivir en un Chagall desfila lo animal cuando es ganado (es decir, cuando los animales son mansos y alimentan a quienes los alimentan), pero si alguien piensa que el ganado es un conjunto de bestias tranquilas, es porque no conoce sus sueños. En un continuo entremezclarse de personajes de diferentes épocas que mantienen con Juan Benet conversaciones imposibles que lo hubieran cambiado todo, recibimos estos versos fluidos, dolientes, turbadores, puntales de la primera parte del libro. En ella se nos muestra la casa, la familia, la velocidad; los otros tiempos, tan otros como estos; el desgarro social: el turismo masificado, la delincuencia, el rap, Hospitalet y otras localidades catalanas (¿o habitaciones?), las clases sociales, la inmigración; y Benet, paseándose tranquilo por un Madrid quién sabe si en otoño. A través de un uso prodigioso de imágenes, la mirada de Gorostiaga se desafía a sí misma como un espejo que transforma lo insignificante en metales pesados (“Alaridos de cobre”, “Una mosca sin padre”, “Las bolsas de plástico, con la voz desgarrada /flotan, como medusas, entre árboles de acacia”, “Torturar y comer lentas cien fresas”). Se divisa aquí a alguien en el Casino, alguien en el Hesperia Tower, alguien en el tejado divisando desde arriba el final del camino: la nada. 

      En la segunda parte se produce un cambio significativo en el estilo y en la longitud de los textos. Nos aguardan poemas brevísimos entrelazados los unos con los otros (el final de un poema –o una aproximación, o una palabra– es el comienzo del siguiente), poemas ágiles que van pasándose la antorcha que nos ilumina hasta el final del libro, de modo que en ningún momento reina la oscuridad ni la quietud. Se vale aquí Gorostiaga de versos concentrados y dolientes (“Te acercas mordido”). Si eran los rebaños (aunque también los ingleses y los gitanos) los que poblaban las páginas de la primera parte, aquí es el agua uno de los elementos predominantes: la noria, la fuente, los pozos, los patos. Destellos feraces como “Es azul como un adjetivo antiguo”, o “Nadie oye las nubes ni llegar a los búhos”, nos hacen responder esa pregunta que pudiera habernos acompañado en la lectura de estos poemas teniendo presente el título del libro: mientras que Benet aparece en la primera parte, ¿dónde está Blanca Andreu en la segunda? ¿O es que cuando desapareció del mundo literario lo hizo también de los sitios de papel? Nada más lejos de la realidad. Claro que Blanca Andreu está presente en esta segunda parte: el onirismo, lo irracional, lo premonitorio, la melancolía, la emoción… cristales pequeños que configuran su absoluta presencia. 

      Un apunte final: si acaso pudiera pensarse que Elías Gorostiaga rompe la barrera del tiempo en la página 32

          (“El abismo flota como una camisa. 

          Hinchada, cae a plomo en un instante. 

          Ya”.)

                                          no es una sospecha, ha ocurrido.


domingo, 11 de febrero de 2024

Orden inverso (Eva Hidalgo)

Eva Hidalgo no es Penélope, es Ulises. Esté donde esté acaba de llegar, o así se siente. Eva Hidalgo es Robinson Crusoe, no es la isla. Asociar a Eva Hidalgo con estos dos hombres no es ni mucho menos masculinizarla, es embarcarla en el mar donde no existen los géneros sino la supervivencia. Pero si hablamos de mujeres afines, Eva es María Zambrano, quien escribió desde el asombro.  Y es Marie Curie. Y es María La Judía. Eva es todas las Marías experimentando. Eva tiene esa forma de poetizar como si lo hiciera desde cierta penumbra (que no oscuridad), como si escuchara en su interior una voz dictadora no en el sentido político sino etimológico: dictador es quien dicta (la voz interior de Eva) a quien transcribe lo dictado (Eva), porque a Eva nadie le dicta salvo ella misma. Enigmática, misteriosa, curiosa, inquieta, sabia… Eva Hidalgo arroja unas cuantas verdades sobre la mesa al tiempo que saca la lengua. Eso en cuanto a Eva.




En cuanto a “Orden inverso” (Ediciones en huida, 2024), es un libro extremadamente innovador, original, grave, irónico, que conserva ciertos elementos comunes con su anterior libro (“Dos cuervos”, Ediciones en huida, 2017), de manera que podemos decir que consolidan no dos libros sino una poética: la infancia, la naturaleza, cierta desilusión, el análisis desde la observación, las sentencias, la tierra y sus glosarios. Al mismo tiempo tiene un trasfondo muy urbano a la vez que crítico respecto a esta sociedad que nos marea (los bares, la gente de la noche y sus puñales, la injusticia, los abusos en general) y también la mezcla de los dos (los incendios provocados por el ser humano, la sequía, la zoonosis (enfermedad infecciosa que ha pasado de un animal a humanos)). En los últimos años Eva ha completado este libro, “Orden inverso”, compuesto por, como ella dice: “Doce interrogantes” que reflejan su incapacidad de entender y nombrar el presente. Porque, ante lo indefinido, la reacción de Eva Hidalgo es la pregunta y el canto.  


jueves, 11 de enero de 2024

Crónica de los diez años del encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil - Entrevistas desde El Espacio Infinito


En la web del Coloquio de los Perros (again), esta vez con una Crónica del Encuentro de poesía de Puente Genil y con una serie de entrevistas realizadas desde el Espacio Infinito a Teresa Gómez y Antonio Jiménez Millán como componentes del movimiento La otra sentimentalidad, así como a Antonio Lafarque y Guillermo Busutil.



martes, 3 de octubre de 2023

El bosque no es un árbol repetido - Félix Maraña

He estado estos días dentro de "El bosque no es un árbol repetido - sonetos y soñetos", de Félix Maraña, editado por Huerga & Fierro editores y con prólogo de Valentín Martín. Cualquier cosa que dijera sobre este libro y su autor pecaría de ser un comentario no objetivo, dado el aprecio que tengo a Félix, así que no me voy a preocupar porque lo que diga a continuación suene o no objetivo. Pero lo es. 

He sacado a Félix del libro mientras lo leía, lo he doblado y guardado en una carpeta llamada Norte, y ahí se ha quedado mientras yo leía su libro conmigo dentro. Un libro no puede quedarse sin una persona dentro (qué menos siendo un libro), y si no estaba Félix tendría que estar yo. Desde dentro he tenido que soplar para ir pasando las páginas, de una en una, y he visto a los árboles correr, y todos, todos, todos, eran diferentes. Uno era el árbol del momento en que todo pudo acabarse (y afortunadamente no se acabó), otra era el árbol de la ironía marañiana (que afortunadamente tampoco se agota), otro era el árbol del afecto repartido por tantos sonetos como soñetos, otro era el árbol de la generosidad que se entrelazaba las ramas con el anterior -el del afecto-, otro era el árbol de la playa de la Zurriola, otro era el árbol de Koro, otro el árbol de los siete brazos (que en realidad era la sombra de Félix), y hablando de sombras, otro era el árbol de Machado y, por último (y quien dice último dice primero), frondoso y espléndido se alzaba el árbol de la ternura. 

La fluidez y soltura con que Félix saca a bailar estos sonetos me desarma, me devuelve, a mi pesar, al ahora. En este libro del que salgo ahora para volver a introducir a Félix Maraña, aquí, pasa la vida. 



viernes, 30 de junio de 2023

Cuaderno de cuatro años - Eugenio Montale


El Coloquio de los Perros me acoge ni más ni menos que otra vez. En esta ocasión, reseñando la edición bilingüe (ni más ni menos que Cántico otra vez),  de "Cuaderno de cuatro años" (Eugenio Montale).






lunes, 5 de junio de 2023

miércoles, 22 de marzo de 2023

Del dominio - Guillevic

 

Nuevamente me introduzco en zona de reseñas, casi susurrando un ladrido, en El Coloquio de los Perros. Esta vez me atrevo con esta auténtica joya llamada "Del dominio" (Du domaine), de Eugène Guillevic, traducida y editada por Cántico para el absoluto disfrute.





lunes, 23 de enero de 2023

Pronto será tarde - Planes de pasado (Jesús María Cormán)

 


"Pronto será tarde" y "Planes de pasado" (Bermingham Editorial, 2023) son dos libros que son dos hermanos, dos hijos, dos padres, una mesa siamesa. Contienen la prisa del poeta por grabar en papel los recuerdos, por volcarlos antes de que el frío los queme y así poder abandonarse al dolor plenamente. Porque duelen, vaya que si duelen. Los dos volúmenes contienen poemas escritos, a la vez, con incierta ansiedad y con cierto temor porque no se apague la vela que es la historia de unos padres y que el hijo sostiene camino del libro; la prisa entonces y el cuidado. Probablemente, después de haber escrito estos dos libros, hayan acudido más poemas desde el mismo sitio (el duelo) hasta el mismo sitio (la necesidad de quedarse en paz) como vagones fantasmas sueltos deambulando alrededor del tren en marcha que se marchó. 

“Pronto será tarde” es la mitad madre, hermana, hija, dedal, paciencia, en la que Cormán habla como él, habla como ella, le ahoga lo de los dos. “Planes de pasado” es la mitad padre, hermano, hijo, segueta, humor, en la que Cormán reflexiona sobre la soledad de dos. Bélgica en la madre, África en el padre, la guerra en ambos. Calibrando los dos libros se puede afirmar que es un diálogo con los dos y es un diálogo con él mismo. Los padres. Siempre los padres. El dos. Siempre el dos.

En medio Cormán, sentado en el balancín del sentido, sopesa lo de arriba y sopesa lo de abajo con casi el mismo movimiento, a sabiendas de que ninguna de estas dos direcciones es segura. Maneja con destreza la ambivalencia tendiendo más al antónimo que al sinónimo, quizás porque, como pintor sonoro que también es, sabe que a cada trazo le corresponde una sombra. Cormán, el nudo vendado aquí, quien, como afirma, seguirá respirando tal como respiraría un libro en blanco y llevando a cuestas el peso titánico de un lagarto en medio de un camino. Lo peor de un corazón roto es que sigue latiendo. Pero también lo mejor –asegura. Quiero quedarme con eso.

martes, 27 de diciembre de 2022

Crónica del Premio Juan Rejano de poesía

Cuatro ediciones lleva el Premio Internacional de poesía Juan Rejano. Un número perfecto para tejer una crónica, esta. El coloquio de los perros nuevamente me acoge y da espacio.



lunes, 21 de noviembre de 2022

El uso progresivo de la debilidad - JJ Rodinás - El coloquio de los perros

El coloquio de los perros acoge confortablemente esta mi reseña sobre "El uso progresivo de la debilidad", de Juan José Rodinás, ganador del IV Premio Internacional de poesía Juan Rejano y editado por Pre-Textos. Muy muy muy recomendable.


viernes, 5 de agosto de 2022

Sobre Álbum de fotos (Isabel Marina dixit)

Isabel Marina, miembro del jurado del II Premio Memorial Ana de Valle, tuvo estas palabras en el acto de entrega del premio acerca de "Álbum de fotos".  Huelga decir que estoy agradecida por ellas y por haberla conocido en persona.

Por cierto, si alguien está interesado/a en un ejemplar, que me deje por aquí un comentario o que me escriba a gelen13@hotmail.com.


viernes, 10 de junio de 2022

Sobre "Simultáneo sucesivo" de Rocío Cerón



Todo sonido, incluido el del agua, es materia prima para Rocío Cerón. El ritmo junto con la experiencia, la escucha y la observación, constituyen un lenguaje absolutamente único, personal e intransferible. Los poemas que componen Simultáneo sucesivo (Eolas ediciones, 2022) y otros libros de Rocío, visualmente parecen telegramas, postales, ventanas. Tiene la virtud de levitar sobre la imagen, el ritmo y el sentido de las palabras. Cristián Gómez Olivares se refiere a la poesía de Rocío Cerón como algo sensorial. Lo es.

Simultáneo Sucesivo, desde mi entendimiento, es como ese Punctum que aparece en las primeras páginas: es un pinchazo, una llamada de atención, un mapa para perderse en el eco. Cuando estaba leyéndolo sólo pensaba en huesos. Huesos, que nos sostienen en vida y permanecen hasta mucho después de la muerte como última señal de nuestra existencia; huesos, porque el sonido que producen es lo que estuve escuchando mientras leía. Por todo el poemario se pasea un padre muerto, el viento, una insistente búsqueda del yo apartándolo de la adversidad o aclimatándolo a ella, el misterio. Este libro es un billete de ida y vuelta hacia una dimensión variable. Rememorando a Carlos Oquendo de Amat, quien aparece mencionado en las últimas páginas de Simultáneo Sucesivo con sus “5 metros de poemas” (libro-acordeón escrito entre 1923 y 1925), haré para terminar la misma advertencia que hizo él al inicio de su libro: “Abra el libro como quien pela una fruta”.

sábado, 16 de abril de 2022

Circo de tres pistas (fondo de botiquín)




Construye un león o una foca de papel y espera a ver quién canta un circo, porque no será uno, ni dos, ni dos y medio, ni dos y tres cuartos, sino que serán -agárrate- tres. Ángel Ortuño, el inmortal inmortalizado (“Todo lo numeroso cabe en lo minúsculo”) habla desde su profunda voz de tinta medio sonriente; pero Manolo Marcos (“el equilibrio consiste en aguantar el bombeo del corazón en las sienes mientras te informas”) ronda los puentes en cada una de sus octavas; si bien es Ramiro Lomelí (“las olas con luna llenas de niños”) quien nos desvela cómo viajar en cohete sin despeinarte ni preocuparte por la vuelta. “Circo de tres pistas” -Libelo satírico sobre el mundo del circo y otros mundos posibles- es un todo de cartón con el tamaño de un cd que nunca se estropea, y ha sido convenientemente materializado por La cartonera del escorpión azul. Espera, puedes sentirte repentinamente triste pero espera, puedes tener unas ganas locas de sonreír y lanzar un beso al aire.





jueves, 8 de abril de 2021

Tocar arcilla al fondo - José García Obrero


Según el Sistema Unificado de Clasificación de Suelos, el símbolo de la arcilla se compone de las letras C y L (como el cloro en la tabla de los elementos), letras que se refieren a la baja plasticidad de esta roca (excepto cuando se mezcla con el agua, claro). La arcilla endurecida mediante la acción del fuego fue la primera cerámica elaborada por el ser humano. Solemos imaginar la arcilla de un color rojizo y desconocemos u olvidamos que la arcilla también puede ser blanca, color que demuestra que es pura. Este es el dato “técnico”, por así decirlo, que quería incluir como introducción antes de comenzar a hablar del libro en sí, y se lo debemos a, tachán tachán, la Wikipedia.

 Tocar arcilla al fondo, de José García Obrero (Ediciones La Isla de Siltolá, 2021), es un poemario sumamente personal que describe un recorrido ya iniciado antes del libro y sin un final previsible. En conjunto estamos ante una sucesión de preguntas que no siempre tienen respuesta ni en estas páginas ni fuera de ellas, y que son lanzadas a lo largo de un camino de tierra (o mejor dicho de arcilla) como quien echa pájaros a volar. Transita por todo el libro el aura del extranjero que es consciente de estar en otro plano y que hay momentos en que incluso llega a disfrutarlo. También por todo el libro corretea el tiempo, o un perro, a la vez que se respira intensamente lo mineral.

Tocar arcilla al fondo se divide en cuatro partes, que son: Flor, Sed, Ceniza y Sombra. Vamos allá.


     Flor: “Todo se originó un verano” es el primer verso del primer poema, “Anunciación”, y ya nos está ubicando en un punto de partida no se sabe si remoto. Esta parte está repleta de siestas cristalinas, el murmullo del mar, ciertas estampas que además de ver se pueden tocar, témperas… como si los recuerdos de la infancia que más pesan transcurrieran en verano, y como si la madurez atisbada entonces fuera un trigal a lo lejos. “No hay exilio más cruel que echar raíces”, apunta José García Obrero en “El otro”, considerando que estar lejos del mar pudiera ser un tipo de exilio.

Sed: Antes de la sed está el agua, tanto dentro del libro como fuera de él. Leer en estas páginas sobre la sed no da más sed, da más luz. Dice el autor en “Agua”: “Cierra el balcón para escuchar adentro / cómo una gota cae / y se desborda el mundo”. Recientemente ha expresado en una entrevista que aunque continúe en su línea poética, procura, abro comillas, “situarse en otro lugar para iluminar nuevos estratos, porque de lo contrario estaría centrifugando poemas y no escribiéndolos”. Pero ubicarse en ese otro lugar para ver mejor implica conocer bien el terreno en el que se mueve, luego en poesía, sin lugar a dudas, José García Obrero es autóctono.

Ceniza: Se trata de la parte más diversa y al mismo tiempo más misteriosa (al menos para mí), donde se respira cierto ambiente bíblico e incluso mesiánico (reflejado en poemas como “La zarza”, “Tentación”, “Cuaresma”…). Dice el poeta en “El Arca”: “Lo efímero se queda para siempre (en las montañas, la nieve lo confirma)”. Este verso constituye un poema en sí.

Sombra: Creo que es una parte clarividente a pesar de su título y que abrocha magistralmente el libro. Si el camino al que me refería al principio se dirige hacia abajo, hacia el fondo, es porque si José García Obrero es capaz de traspasarlo (y lo ha hecho), se diluirá la oscuridad, se desintegrará bajo sus pies con sus zapatos nuevos. De hecho, así lo demuestra el último poema, “Peregrinos”, cuyo concepto en sí implica movimiento. Dice en “Sombras” lo siguiente: “La sombra blanca se traduce en penumbra”, y confirma que el resultado de blanco más blanco puede ser gris. Y de paso, y para completar el sondeo que estoy realizando sobre poetas y colores, apunto por aquí que su color preferido es el azul.

 

Aunque he sentido cada parte como un momento del día (Flor la mañana, Sed el mediodía, Ceniza la tarde y sus nubes, Sombra la noche), es obvio que en realidad cada una representa un momento de la vida de José García Obrero. Porque aquí aparecen retratadas la infancia, la adolescencia y la madurez (a la vejez no hemos llegado todavía pero ya sospechamos lo que se nos avecina). Personalmente y no como poeta sino como lectora, quería destacar y hasta agradecer: 1. Que no aparezca en todo el libro la palabra “habitar” (no sé qué pasa últimamente con los poetas, que parece que no viven, que habitan). 2. Que no haya peces, también excesivamente frecuentes en lo poético. 3. Que aparezca pocas veces el color azul (el azul, casi siempre es un verde ilusionista sacando a bailar a un amarillo descalzo). Conste que esta que suscribe ha hecho uso de los tres, aunque hace todo lo posible por evitarlos (en serio). Y con esto termino, no sin formular un deseo: que tocar fondo arcilloso equivalga a coger un bonito impulso aerodinámico.

 

lunes, 21 de septiembre de 2020

La casa del padre - Ramón Rodríguez Pérez

Hay libros por los que no pasa el tiempo y hay libros en los que no hay tiempo. Hay libros en los que acecha un bosque para, al abrirlos, agarrarse de tu laringe  y enroscarse a ella como un vencejo. Hay otoño, caramba. Escribir también es querer curarse. Leer también es querer curarse. "La casa del padre" (Ramón Rodríguez Pérez) tiene una curiosidad: bajo el agua se vuelve agua y se vuelve barco. Hay sensibilidad.  Dejo un poema:


CONTRA EL MAR


Deja al mar como lo que es:

la tristeza del pájaro

la soledad del mástil

vasto pudridero de sueños

y desagües


Deja al mar y su largo aliento

esa mortaja de espuma

incendiada de palabras

y nombres


Deja al mar como lo que es,

como lo que siempre ha sido

un osario de buques sin dueño ni bandera

eso que tu hijo con su lápiz representa:

una raya,

                una simple línea en su cuaderno.


viernes, 24 de julio de 2020

El hambre - María González



La insistencia de María González Martín-Lorente en las arrugas, en la sal, en a veces la felicidad, en el territorio como punto de partida para el lenguaje, en el plástico, en la tristeza por los muertos (Montoto, Espaliú)... es parte de lo que habita El hambre, elegantemente editado por Maclein y Parker. Se nos ha hecho grande, María. Mucho corazón despliega por estas páginas y, a la vez, exactitud. Si agarras fuerte este libro y esperas el momento adecuado, puedes volar. Y si no, vuela él. Palabra. 





domingo, 19 de julio de 2020

sábado, 23 de mayo de 2020