Todo sonido, incluido el del agua, es materia prima para Rocío Cerón. El ritmo junto con la experiencia, la escucha y la observación, constituyen un lenguaje absolutamente único, personal e intransferible. Los poemas que componen Simultáneo sucesivo (Eolas ediciones, 2022) y otros libros de Rocío, visualmente parecen telegramas, postales, ventanas. Tiene la virtud de levitar sobre la imagen, el ritmo y el sentido de las palabras. Cristián Gómez Olivares se refiere a la poesía de Rocío Cerón como algo sensorial. Lo es.
Simultáneo Sucesivo, desde mi entendimiento, es como ese Punctum que aparece en las primeras páginas: es un pinchazo, una llamada de atención, un mapa para perderse en el eco. Cuando estaba leyéndolo sólo pensaba en huesos. Huesos, que nos sostienen en vida y permanecen hasta mucho después de la muerte como última señal de nuestra existencia; huesos, porque el sonido que producen es lo que estuve escuchando mientras leía. Por todo el poemario se pasea un padre muerto, el viento, una insistente búsqueda del yo apartándolo de la adversidad o aclimatándolo a ella, el misterio. Este libro es un billete de ida y vuelta hacia una dimensión variable. Rememorando a Carlos Oquendo de Amat, quien aparece mencionado en las últimas páginas de Simultáneo Sucesivo con sus “5 metros de poemas” (libro-acordeón escrito entre 1923 y 1925), haré para terminar la misma advertencia que hizo él al inicio de su libro: “Abra el libro como quien pela una fruta”.