Seguro que
era finales de enero
aunque fueran
cuarenta los grados centígrados
y densa la
población de moscas.
Pero seguro
que era finales de enero:
los hombres
se acercaron a las ruinas,
se dieron la
vuelta para no ser reconocidos
y se las
bebieron.
A finales de
enero no son habituales
las denuncias
ni las
disculpas.
Todavía hay
pintores rellenando ese vacío.
Pero cuando
descansan un momento,
todo se les
borra.