En el otro parque de juegos juegan las sombras.
Hay libros por los que no pasa el tiempo y hay libros en los que no hay tiempo. Hay libros en los que acecha un bosque para, al abrirlos, agarrarse de tu laringe y enroscarse a ella como un vencejo. Hay otoño, caramba. Escribir también es querer curarse. Leer también es querer curarse. "La casa del padre" (Ramón Rodríguez Pérez) tiene una curiosidad: bajo el agua se vuelve agua y se vuelve barco. Hay sensibilidad. Dejo un poema:
CONTRA EL MAR
Deja al mar como lo que es:
la tristeza del pájaro
la soledad del mástil
vasto pudridero de sueños
y desagües
Deja al mar y su largo aliento
esa mortaja de espuma
incendiada de palabras
y nombres
Deja al mar como lo que es,
como lo que siempre ha sido
un osario de buques sin dueño ni bandera
eso que tu hijo con su lápiz representa:
una raya,
una simple línea en su cuaderno.