Niños… ¿pero qué habéis hecho? ¿Qué ha pasado
con la canguro?: ¿saltó, saltó, saltó por el balcón? ¡Cómo lo habéis puesto
todo! Tú, Vivirjuntoalmar, deja en paz a tu hermanito
Alcanzarlaplenitudespiritual, quítale esa soga del cuello, ¿no ves que está
cambiando de color? ¡Eh!
¡Encontraraalguienquemerezcalapenaparacompartirlotodo!, ¿qué ibas a hacer?,
¿adónde ibas con la pecera y con cara de gato?, ¿quién te ha enseñado esos
modales de gourmet caníbal?, ¿cuántas veces tengo que decirte que las cosas hay
que cocinarlas, que no se pueden comer crudas? Y… ¿dónde está
Vivirdelaescritura? No le habréis
matado, ¿no? ¡Contestadme! ¡Os estoy hablando! Ah… ¡Ahí viene, arrastrándose!
Pobrecito mío, pooooooobreciiiito mío… ¿qué te han hecho tus hermanos?, ¿es esa
brechita la señal de una lobotomía reciente, acaso? Algo les habrás hecho,
seguro… No me dais más que sufrimientos… ¡no me dais más que sufrimientos! A
mí, que he luchado por vosotros, que he sacrificado mis mejores años para
cuidaros, para que crecierais sanos, felices, hermosos… Sí, hacedme mimos
ahora, enternecedme para que se me pase el enfado y no os castigue como
merecéis. Pues bien, que sepáis que os quedáis sin cenar, y había preparado
quimera al ajillo (he dicho al ajillo, Encon, ni se te ocurra pensar en
comértela cruda), con lo que os gusta… Bueeeeeeeno, vaaaaaale, me habéis
convencido: levanto el castigo. Lavaros las manos hasta las orejas e id a
sentaros a la mesa. Abusáis de mí porque
sabéis que estoy muy sensible al hallarme de nuevo en estado de buena
esperanza. Otra vez embarazada, niños… un nuevo hermanito tan bastardo como
vosotros, ¿no es maravilloso? No, no sé aún cómo le vamos a llamar, ya me lo
dirá él cuando nazca. Pero… ¿y esas caras? No estaréis celosos, ¿no? ¿Por qué me
miráis así? ¿Por qué…?