Porque soy la cabaña del guardabosques,
la mesa de roble sobre la que se come y llora,
la pata de palo, cerillas, un baúl con bastón,
la pasarela que se burla del dios de los ríos,
la puerta trasera de una guitarra,
las ruedas de la diligencia,
y porque soy la imaginación de Gepetto
y soy un armario, un biombo, una balsa
que surca los charcos movedizos de serrín,
porque sea lo que sea, soy de madera
y aunque parezca sólida
las termitas me atacan los adentros,
sustituyen por oquedad mi sangre
sin que se note a simple vista
hasta el momento de
la disgregación.
Pinocho es la única verdad en estos tiempos de mentira. La madera siempre sale a flote.
ResponderEliminarMucho reposo hay en tus poemas aparentemente domésticos. En este de la madera, la lezna de palabras que metes tras las termitas es acertada. Muy bueno.
El aparente reposo se debe a que creo que me estoy centrando... no sé en qué, pero me estoy centrando.
ResponderEliminarGracias, hola, ay.
Hasta aquí he llegado y pienso seguir leyendo. Me han gustado estos versos de madera. Permíteme, tras encontrarte por recomendación, agregarme a este blog que ha despertado mi curiosidad y mi atención, y añadirte a mi lista de blog para no perder tus entradas.
ResponderEliminarUn saludo, Elena, soy Luis, habito tu Córdoba natal. Un placer encontrar tus letras.