Y dice
mi corazón: Sed.
Y escribe mi mano: Agua.
Y quienes leen
pero
no escuchan,
piensan
en flotadores.
Y mi
corazón dice: Yo.
Y mi
mano escribe: Ella.
Así, todo
se desplaza hacia el fondo
y ya
no es mi vida,
es su historia.
Me conmueve que en pocas palabras pueda resumirse la división en que nos sumerge el lenguaje, todo el tiempo...
ResponderEliminarun abrazo,
Pero para llegar a unas pocas palabras tienes que pensarlas todas. Mi problema es que pienso demasiado, mi salvación es que escribo. Un abrazo grande, Mónica.
EliminarMMII, ¿son iniciales o dos mil dos? Yo conocí a una mujer llamada Maria Magdalena, pero ella era López Íniguez (MMLI, o sea el futuro, dos mil cincuenta y uno). Vaya zarpazo que das a los lectores de poesía, leer sin escuchar, o mirar sin ver, comer sin saborear, decir sin pensar. A porrones hay gente de esa.
ResponderEliminarLa segunda parte del poema ya me despista porque interpreto varias cosas.
Es admirable tu salvación para no ahogarte. Y seguro que tú no necesitas flotadores.
Abrazos
Es que a los que no tienen título les adjudico un número romano (porque los números romanos son letras) al azar.
ResponderEliminarEl zarpazo es general y necesario :)
La segunda parte del poema la dejo a tu libre interpretación.
Me encantan los flotadores y los manguitos.
Abrazo.
Un cierto extravío virtual me ha dejado a la puerta de este blog, y me apetece traspasarla. Lo seguiré. Un abrazo.
ResponderEliminarViva entonces los extravíos... Abrazos y hola, Amando.
EliminarBua. Sea como sea, nos encantan tus yos a mí y mis otras :*
ResponderEliminarEn confianza, de nosotras a vosotras, es mejor la diversidad :)
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