Él
no puede tirar nada a la acera,
ni
una colilla, ni un envoltorio.
No
puede escupir en la calle,
estornudar,
toser.
Le
cuesta hablar por el temor
de
que alguna palabra se le caiga,
rompa
los adoquines, cave un túnel
y
reaparezca justo en el lugar del mundo
donde
no tenga ningún sentido.
Todas
las noches llega a su casa desconsolado
porque
no es capaz de recoger su sombra del suelo.
Pero
entonces recuerda que acostándose
la
recoge.
Leyendo tu poema imagino a un hombre cabizbajo, metido en su gabán, andando con un atillo al hombro y pidiendo casi perdón por haber venido al mundo. A Kafka le hubiera gustado tu poema, Elena.
ResponderEliminarBueno, y si no le hubiera gustado tampoco lo sabríamos ya, jeje. El "no molestar" a veces parece querer convertirse en un "no existir si eso...". ¡Gracias, V.I.!
ResponderEliminarHermanos y hermanas del pálido bosque retiraos a vuestras tiendas y sueńos.Mańana entrare en la ciudad donde nací y tengo que estar preparado
ResponderEliminarTodos los poemas llevan un lobo dentro , todos menos uno el más hermoso de todos.
ResponderEliminarHola, Paco, conocí a un Paco Gómez hace años, no sé si serás tú... Sea como sea, gracias por tu visita.
EliminarSoy el Paco Gomez que un día conociste.
ResponderEliminarDe todo corazón , me alegro mucho de poder
Leere.
Mi más sincera enhorabuena , Elena
Entonces hola después de mucho, me alegro de "verte" :)
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