La
relojería está enclavada en una esquina. En horario de comercio permanece
abierta por la puerta que da a la calle más concurrida. La gente entra
para comprar relojes, pilas para relojes, correas para relojes, e incluso cucos
para relojes. Al anochecer se cierra dicha puerta y se abre la que da a una
calle poco transitada y poco iluminada. Individuos con gabardina y sombrero
entran entonces. Piden en voz baja una dosis. Tienen ojeras y les tiemblan las
manos. Pasan a la trastienda. Personas muy ocupadas compran tiempo. Se lo
inyectan en cualquier parque y, aunque se sientan mejor, con frecuencia se
aburren y buscan pelea.
De Ciudad Girándose
Estos quinquisss...
ResponderEliminarYa te digo... holaaaaaa
EliminarHola Elena. Feliz semana.
EliminarIgual te digo :)
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