Me
dijeron que mi parada sería la tercera, pero la próxima es la quinta y tampoco
es la mía. Hace dos paradas que me levanté de mi asiento y me coloqué aquí,
junto a la puerta, donde sigo de pie. Continúo el trayecto sin saber cuál es mi
parada y sin poder volver a sentarme porque alguien ocupó mi asiento. Me sé de
memoria las instrucciones para romper el cristal.
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