Un lunes más, representan el fin del mundo.
Se arañan la cara. Sus gritos son terroríficos.
Le abren la jaula a un aguacero que,
descontrolado y sembrando el pánico,
salta al patio de butacas desde el escenario.
Los espectadores vienen preparados:
han acudido a la función con paraguas amarillos.
El director de la obra sacude la cabeza de un lado a otro.
La representación no convence a nadie,
la gente abandona el recinto mofándose.
El director se enfada con los ángeles,
dice que son pésimos actores
y les prohíbe pisar la tierra.
No es justo –se quejan, porque primero
les prohibió caminar por el aire,
luego caminar sobre el agua
y ahora pisar la tierra.
Ya sólo les quedan dos verbos:
volar y desobedecer.
De No (tan) ángeles (Cartonera del escorpión azul)
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