Fue en una playa del sur, fue en la infancia,
fue un domingo cuando descubrí el mar.
Mi madre tuvo que sacarme del agua
arrastrándome, boca abajo, por los pies
para que no me la bebiera entera,
pero a cambio se aferraron a mi barriga
un guijarro y ciento veinticuatro rocas.
He crecido en dirección a las moragas y,
o algo ha debido salir mal,
o nada ha salido bien.
Rastreando la arena he venido
a las dunas, vendo cocos
y pensamientos.
De Ocho paradas en la arena
y yo que te los compro todos, cocos y pensamientos "salaos"
ResponderEliminar¿Por crecer en dirección a las moragas crees que algo no ha salido bien?
ResponderEliminarAhora mismo estoy a menos de un kilómetro frente al mar. Costa brava. Y ni me meto en el agua. A mí se me metieron las espigas y los rastrojos por los cromosomas. La humedad no la soporto y con ella se nubla el pensamiento.
Te agradezco esa traída de palabra arabes/mozárabes como zaquizamí, como moraga.
Poema profundamente terso. Terso de infancia.
Saludándoos
ResponderEliminarMe gusta releer lo que me gusta, aunque sea repetitivo.
ResponderEliminarCostó pero está la prole a buen recaudo. ¡Toda!
Un fuerte abrazo.
Viene un Benjamín en camino, José Antonio. Cuenta con él si no es mucho problema hacerle un sitio junto a sus hermanos. Abrazo!
ResponderEliminarPues cuánto me alegro! Ya le preparo el nido. Aquí hay sitio para los que vengan, incluso de dos en dos.
ResponderEliminarOtro abrazo.